La carne ya no es para todos: cayó un 20% la venta en Salta y los carniceros sobreviven como pueden
Las carnicerías salteñas atraviesan una de sus peores crisis en años. Las ventas de carne vacuna se desplomaron entre un 15% y un 20% respecto a un año “normal”, según confirmó Dardo Romano, titular de la Cámara de Carniceros de Salta. La gente ya no compra por kilo: compra por plata.
El cambio de hábito es claro. Los salteños llegan al mostrador con un billete en la mano, no con una lista de cortes. El pollo y el cerdo ganan terreno, mientras el asado y el lomo —símbolos de la mesa argentina— se convierten en un lujo ocasional. “La gente se cuida, el consumo cayó en kilos y las carnicerías chicas van desapareciendo”, reconoció Romano.
El panorama nacional acompaña la tendencia: el consumo de carne vacuna por habitante es hoy 10 kilos menor que hace diez años, mientras el pollo y el cerdo baten récords. En Salta, el rubro se concentra cada vez más en cadenas y supermercados, y los viejos carniceros de oficio escasean. “Es un trabajo sacrificado, sin descanso ni reemplazo generacional”, lamentan en el sector.
La inflación, el salario planchado y los precios por las nubes cambiaron hasta la forma de comer. Lo que antes era una parrillada familiar, hoy es un guiso compartido. La carne se volvió símbolo de desigualdad, y el carnicero, un sobreviviente más del ajuste.